Siempre me he preguntado los pensamientos que acompañan a una madre camino de la clínica donde va a asesinar a su hijo. Seguramente se plantee un debate interno en el que participan de forma activa sus intereses y los del niño. Su comodidad frente al respeto de la vida humana.
Los gobiernos, en general, dicen implantar y respetar los derechos humanos, hablan del derecho al trabajo, a la vivienda, igualdad etc.…, pero cuando se trata del derecho fundamental, necesario para que el resto puedan ser respetados, se tapan los ojos y prefieren evitar el tema del derecho a nacer.
Una malformación o deficiencia, es motivo suficiente para que el “todopoderoso” Estado niegue a un niño el derecho a vivir. Cuando observamos datos de este tipo, es fácil recordar escenas de algunos filmes de la 2ª Guerra Mundial, en los que un oficial de un campo de concentración, observa a sus prisioneros y decide quién resulta “útil” para la Nación y quién no, teniendo como consecuencia directa la vida o la muerte.
Porque, al fin y al cabo, somos prisioneros del Estado quien, manejado por los mercados, se encarga de darnos una visión absolutamente errónea de lo que significa la felicidad ciudadana. El Estado basa esta felicidad, supuestamente el objetivo de sus decisiones, en el consumo de un mayor volumen de productos posibles, haciendo que dejemos de ser personas para ser unidades de producción.
Nos hablan de libertad mientras nos colocan los grilletes del materialismo, nos hablan de solidaridad mientras avanzan en un coche oficial de lujo al mismo tiempo que la gente muere de hambre. Nos hablan de austeridad mientras las autonomías gastan millones en matar a un niño destinado a nacer.
Un niño que no sea conveniente para esa “utopía” estatal, debe sumarse al genocidio de millones de niños abortados. Una mujer que se queda embarazada de forma ajena a su planteamiento de la vida y su comodidad, obtiene una fácil solución: No hace falta que te molestes pensando en la forma en la que vas a sacar a delante a tu hijo, en vez de darlo en adopción, mátalo, así tendrás la conciencia más tranquila. Si esta idea que se esconde entre las líneas de la ley actual, no hace que a la sociedad se le ponga la carne de gallina, significa que estamos más corrompidos de lo que pensaba.
Una niña de 16 años, lejos de estar educada en la prudencia, se le impulsa a seguir el ideal del Carpe Diem y a jugar con la vida humana. El Estado, defendiendo este tipo de leyes antinaturales, le está diciendo a esta niña: Haz lo que quieras porque todo puede solucionarse, incluso, si es necesario, te daremos carta blanca para matar.
En conclusión, la sociedad está sumergiéndose cada vez más en un ideal contrario a la naturaleza humana, basado en el materialismo y la comodidad y alejándose cada vez más de la justicia y la moral. Si no actuamos de inmediato contra este tipo de leyes, en un futuro, veremos como máxima de nuestro código civil en vez de los valores de libertad y justicia, el lema: Consumo y Conveniencia. La ley del aborto seguirá asesinando niños hasta que no hagamos algo.
¡NO AL ABORTO!, ¡SÍ A LA VIDA!
Felipe XX
No hay comentarios:
Publicar un comentario